Foto: Felipe Restrepo Acosta
Por Ana María Rico Reyes y Oscar Gaona
El Parque Nacional (Bogotá, Colombia) fue inaugurado en agosto de 1934, - según algunas fuentes de prensa de la época, el día 6 y, para otras, el 7 -, bajo la presidencia de Enrique Olaya Herrera, con el fin de crear un espacio incluyente en el que las familias de escasos recursos pudieran tener acceso al parque sin necesidad de tener algún boleto, traje especial o movilizarse a las afueras de la ciudad como lo hacían las familias adineradas de la época.
En 1930 el presidente Olaya Herrera, recién elegido, solicitó a la Sociedad de Mejoras y Ornato de la ciudad la creación de un espacio público que proporcionará "aire y distracción a los obreros y niños pobres" de Bogotá. La propuesta incluía la construcción de un hipódromo y un estadio para eventos deportivos públicos
El desarrollo del parque estuvo bajo la dirección del Ministro de Obras Públicas, Alfonso Araújo, y se enmarcó dentro de los parámetros del Plan de Regularización del urbanista austriaco Karl Brunner y posteriormente recibió la aprobación oficial para iniciar la gestión de su construcción en 1932.
El Parque Nacional ha sido reconocido por su valor histórico y cultural a través de varias declaratorias oficiales, como Monumento Nacional según el Decreto 1756 de septiembre de 1996, en la que resalta la importancia de este espacio como patrimonio cultural y natural de Colombia, asegurando su protección y conservación.
El Teatro Infantil, construido en 1936 por el arquitecto Carlos Martínez, también recibió el reconocimiento de Monumento Nacional de Colombia, bajo el Decreto 1802 del 19 de octubre de 1995, destacando la relevancia arquitectónica de esta estructura. Adicionalmente, el Decreto Distrital 606 del 26 de julio de 2001 incluyó al parque en el inventario de Bienes de Interés Cultural de Bogotá; esta inclusión resalta su importancia en el contexto local de la ciudad, promoviendo su preservación como un espacio de valor cultural y ecológico.
El terreno del Parque Nacional se compone de 14 hectáreas en zona urbana y otras 269 hectáreas declaradas como reserva forestal, ubicadas al oriente de Bogotá (desde la calle 36 hasta la calle 40 y desde la carrera 7a. hasta la falda de los cerros orientales), así como gran variedad en servicios para todos los visitantes, como la biblioteca o las canchas de fútbol, tenis, baloncesto, voleibol, patinaje y hockey, además de las zonas verdes en las que la comunidad realiza diferentes actividades.
Torre del reloj. Parque Nacional Enrique Olaya Herrera. Foto © Archivo Museodata
Su proximidad a los Cerros Orientales le ha permitido albergar una variedad de fauna, incluyendo especies como zarigüeyas, comadrejas, tigrillos lanudos y aves como el sirirí o bichofué, colibríes y gavilanes. De igual forma, el río Arzobispo que atraviesa el parque aporta agua esencial que sustenta la biodiversidad del área, así como la flora y la fauna locales.
El Parque cuenta con gran variedad de especies arbóreas significativas como eucaliptos de Australia, palmas Fénix de las Islas Canarias, olivos del Medio Oriente y araucarias de Brasil. Estos árboles, junto con las flores ornamentales traídas de Estados Unidos, embellecen el espacio y evidencian la cooperación internacional que ha marcado su desarrollo.
Los jardines del parque fueron diseñados con influencias francesas, inglesas y japonesas, que ofrecen un espacio para la contemplación y la recreación. En 1938, se plantaron especies de 60 países, cada una acompañada de su respectiva bandera. Este jardín no solo representó un esfuerzo por fomentar la cultura a través de la naturaleza, sino que también enriqueció el paisaje del parque con una diversidad botánica única.
En 1939, se construyó un mapa relieve de las cordilleras de Colombia, que ofrece una representación geográfica del país, con fines educativos. Así mismo, en el suelo de la Carrera Séptima se encuentran 32 placas que representan los departamentos de Colombia, promoviendo la identidad y educación geográfica.
Po otra parte, el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera alberga varios monumentos significativos que reflejan la historia y el arte de Colombia. Entre estos, se encuentra el dedicado a Rafael Uribe Uribe, el monumento a la Bandera en un estilo Art Deco. El monumento "Al Silencio" de Eduardo Ramírez Villamizar, que es una obra que invita a la reflexión en medio de la naturaleza del parque. Así mismo, sobre la Carrera Séptima, llegando a la Calle 39, se encuentra la escultura "Rita 5:30 p.m." del maestro Enrique Grau.
Vista de la pérgola y fuente del Parque Nacional Enrique Olaya Herrera. Foto © Archivo Museodata
De igual forma, sobre la Carrera 5a. resalta una pérgola dividida en dos semicírculos, hecha de piedra y grandes columnas que adornan el parque y que según registros estaban decoradas con dos grandes jarrones con motivos indígenas, pero que hoy son ausentes. Entre estas dos estructuras se encuentra una fuente traída de la demolición del claustro de Santo Domingo en 1940, lo que añade un elemento arquitectónico de valor histórico al entorno. Más abajo, la torre del reloj, otro de los elementos emblemáticos del parque, donada por la comunidad suiza en 1938.
Actualmente, la comunidad indígena Embera reside en el parque desde finales de 2021, en busca de mejores condiciones de vida. Esta situación ha atraído la atención de medios y distintas organizaciones, ya que los Emberas enfrentan condiciones precarias, incluyendo falta de acceso a servicios básicos como salud y educación.
90 años después, el Parque Nacional Enrique Olaya Herrera sigue siendo un sitio de encuentro en Bogotá, símbolo de su biodiversidad y cultura y un espacio en el que se fomenta el aprendizaje, la memoria histórica y la integración de la comunidad capitalina.
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